Mar de Brandsfield, 18 de Diciembre de 2014
Un viaje de lo más alocado. Así
se podría llamar a lta entrada en la zona antártica de este año. Tal y como
estaba planeado, el lunes 15 de diciembre tomamos el vuelo rumbo a Santiago de
Chile donde, por cierto, aprovechamos las horas de espera hasta la salida del
siguiente vuelo para quemarnos al sol del final de la primavera… Tras ponernos
rojos como tomates, embarcamos de nuevo rumbo a Punta Arenas, sobrevolando
parte de la cordillera andina. Salvo algún volcán y parte de algunos glaciares,
las nubes no nos dejaron ver mucho de los encantos de estas espectaculares
montañas.
Sobrevolando los
glaciares de la cordillera andina rumbo al Sur
A punto de aterrizar en
Punta Arenas (al fondo en la costa), junto al canal de Magallanes.
En el primer vuelo coincidimos
con un viejo conocido de las campañas antárticas: Enrique Carmona, que
monitoriza la actividad sísmica en la isla Decepción, y que es parte del equipo
que cada año se encarga de mantenerse alerta por si el volcán aumenta su
actividad para entrar en erupción. Ya en Punta Arenas el día 16, allí salimos a
cenar junto con Curro, uno de los técnicos de montaña de la base Juan Carlos I,
y Fausto, meteorólogo de AEMET encargado mantenernos al día con la previsión
meteorológica, tan cambiante en esta región.
Al día siguiente, a pesar de que
estaba programado que tendríamos el día libre en Punta Arenas, a las 9 de la
mañana nos despertaron para decirnos que en menos de media hora tendríamos que
estar en el centro de la ciudad pues un autocar nos esperaría para llevaros al
aeropuerto, pues el vuelo se había adelantado 24h. Así que a la carrera, y sin
desayunar, salimos escopetados hacia el punto de encuentro donde coincidimos
con militares e investigadores del programa polar brasileño y búlgaro, con
quienes compartiríamos vuelo. Tras pasar el control de pasaportes y embarcar
nuestro equipaje en el Hércules, despegamos con rumbo a la aventura… Y nunca
mejor dicho, porque el vuelo fue de lo más curioso. Para los que nunca hemos
viajado en este tipo de aviones de carga militar, es todo una experiencia. Con
tapones en los oídos y bien abrigados realizados el vuelo de dos horas y media
hasta Rey Jorge, pero la mala suerte hizo que, tras una hora sobrevolando el aeródromo
esperando a ver si levantaba la nieva, tuviéramos que volver a Punta Arenas…
Así que otros 1.000 km de regreso al continente, al hotel y a cenar en la
ciudad. De hecho, nada más llegar nos dijeron que tal vez podríamos volar a
medianoche… algo que, por suerte, no se cumplió y pudimos dormir cómodamente.
Cayetana y Miguel Ángel a punto de
embarcarse en el Hércules rumbo a la Antártida
(Primer intento)
(Primer intento)
Investigadores,
montañeros y militares españoles estirando las piernas una vez que nos
confirmaron que regresábamos a Chile tras un intento fallido por llegar a la
Antártida.
Al día siguiente de madrugada
otra vez al avión para un segundo intento… ¡Y esta vez sí!! A eso de la 1 de la
tarde ya estábamos pisando la isla de Rey Jorge en la Antártida. Una isla, por
cierto, repleta de nieve. Si, es lo normal, pero no con tanta nieve por estas
fechas.
Caminando en Rey Jorge
hacia la playa desde el aeródromo
Nuestro equipaje
embarcando en el BIO Hespérides antes de hacerlo nosotros
En un par de horas ya estábamos
en la playa, poniéndonos los trajes de supervivencia, embarcando nuestro
equipaje, el de nuestros colegas españoles y los investigadores del programa
búlgaro en el BIO Hespérides que estaba ya esperándonos en Bahía Fildes para
llevarnos a nuestras bases.
Miguel Ángel y
Cayetana con los "teletubies" a punto de subir a la zodiac
Cayetana disfrutando de su primera travesía en aguas antárticas
Ya a bordo del Hespérides,
iniciamos la navegación, comimos y salimos a cubierta a disfrutar de las islas
antárticas, los icebers, y los pingüinos en el Mar de Brandsfield. Sin duda, un
magnífico recibimiento de la Antártida. Esperemos poder disfrutar de más días
como éste a lo largo de esta campaña.
Icebergs gigantescos en
nuestra navegación hacia nuestro primer destino.
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