BAE Juan Carlos I. 31 de Enero de 2014.
El trabajo de hoy se ha desarrollado en el Glaciar Rocoso, un glaciar de
roca y hielo que se localiza al otro lado de la península Hurd (donde se
encuentra la base española). Nuestra labor hoy era la de dar apoyo al equipo
portugués, así que por la mañana nos embarcamos en una lancha neumática para
unirnos a la expedición que partía desde la base búlgara con otra lancha
neumática. Durante la navegación de casi una hora, ambas embarcaciones fueron
costeando pasando por Caleta Argentina, Caleta Las Palmas (en honor al buque de
investigación oceanográfica español Las Palmas), y Sally Rocks hasta llegar a
la punta de la Península Hurd antes de girar hacia Bahía Falsa, donde destacan
los enormes glaciares que mueren en ella.
En Bahía Falsa desembarcamos frente al glaciar rocoso, donde nos
esperaba una manada de lobos marinos jugueteando y retozando cerca de la playa
de piedras. Pero tuvimos otra sorpresa, y es que en la playa había varada una
cría de ballena que debía llevar algún tiempo muerta pues sólo quedaba intacta
su cola y parte de su espalda, pero sus vísceras ya habían desaparecido. A
pesar de ello, eskúas y petreles gigantes estaban dando cuenta de los restos
entre las piedras de la playa.
Bahía Falsa, desde la playa del Glaciar rocoso
El día lo pasamos sobre el glaciar rocoso, pues el objetivo de hoy era
medir la posición de casi una cuarentena de estacas mediante el uso de un
GPS-diferencial (cuya resolución es de unos milímetros). Con estas medidas, y
comparando con las de años anteriores se puede establecer la velocidad de
movimiento de este peculiar glaciar en la que no se ve una pizca de hielo.
Algunas estacas estaban rotas, otras tapadas por piedras y otras simplemente no
se dejaban encontrar. Pero finalmente conseguimos realizar todo el trabajo,
aunque nos llevó más de 5 horas.
Anna, del equipo portugués, trabajando con el GPS en el Glaciar Rocoso
Ya cansados y con la satisfacción del trabajo
bien hecho regresamos a la playa donde nos estaban esperando (desde hacía horas,
y completamente hambrientos), el resto de los miembros de la expedición
hispano-búlgara (aunque con personal de Portugal, Inglaterra y Polonia). El
regreso fue rápido debido a la buena mar y a la tarde soleada que se quedó.
Las últimas horas de la tarde las dedicamos a realizar los últimos
ajustes en la instrumentación que mañana instalaremos en el Monte Reina Sofía.
A ver si hay suerte y conseguimos que funcione.
Miguel Ángel de Pablo