Hoy ha sido el primer día antártico auténtico desde que llevamos allí. El comandante ya nos avisó ayer que iba a haber mal tiempo, pero una cosa es que te lo digan y otra es vivirlo en directo.
La mañana comenzó con un poco de aire. Estaba programada una visita turística a la pingüinera de algunos tripulantes del Hespérides, que estaba fondeado justo enfrente de la base. Como Miguel Ángel ya tenía muy vistos a los pingüinos y para mí sería la primera vez, me propuso que me uniera a la visita turística, mientras él subia a crater lake a comprobar la cámara y si el sistema de adquisición de datos (CR1000) había leido bien los sensores de la cadena termométrica con el nuevo sistema.
Pues nada, me uní a "la compañía del anillo" y salimos a eso de las 10. Para entonces, ya empezó a hacer algo más de aire con un poco de nieve. La ruta se hace en condiciones normales en 1 hora más o menos, y cruza la isla del interior a la costa exterior, en la zona llamada Punta Descubierta, donde se encuentra la pingüinera. Empezamos la marcha y pasamos por la base argentina. Seguimos por el lago Irizar y empezamos el ascenso. Íbamos todos muy bien equipados con palos para la nieve y todo.Éramos un total de 12 personas, de las cuales dos eran militares de la base que actuaban como guías y llevaban las mochilas de apoyo. Pues bien, fue subir un poco por una de las laderas cuando empezó a soplar un viento fuertísimo. Nos quedamos expuestos totalmente a la ventisca cargada de nieve. Seguimos avanzando, mientras un compañero no hacía más que medir la velocidad del viento. LLegó a medir rachas de 50 km/h. Si a eso le sumamos el frío y la nieve, teníamos sensación térmica de 13 grados bajo cero. Además, con las mochilas, el viento nos tiraba. Teníamos que ir en grupo para crear más resistencia al viento y hacer piña. Finalmente, llegamos a un punto en que el jefe de la expedición se adelantó, evaluó la situación y decidió abortar e iniciar el regreso a la base. La decisión más inteligente, sin duda. Nos quedamos sin ver los pingüinos, pero como dijo el jefe de la expedición, no merecía la pena. Empezamos la vuelta pero en unas condiciones muy muy complicadas, la verdad. No he visto nada igual en mi vida. Pero estaba tranquilo por los dos profesionales que nos acompañaban. Al final, llegamos a la base completamente blancos, hasta las orejas de nieve. En fin, mi bautismo de "hielo" en la Antártida. Personalmente, ha sido la primera vez que he visto la cara auténtica de estas tierras. Buffff, vaya tela. No pongo fotos porque francamente, estaba más concentrado en sujetar bien los palos de nieve y que la ventisca no me despeñara, que en echar fotos. Pero uno de los "excursionistas" se llevó una cámara deportiva, así que cuando tengamos el vídeo, subiremos una parte al canal Youtube para que veáis de lo que hablo.
En todo esto, salió una zodiac de Hespérides a recoger al personal que desembarcó para hacer la visita turística. Bueno, casi vuelcan. Estaba tan mal la mar que decidieron no volver al barco y de hecho se han quedado esta noche a dormir.
El personal de la base argentina nos había invitado a comer Locro, una especie de potaje, típico argentino. Así que, una vez repuestos, nos fuimos casi toda la genta de la base Gabriel de Castilla a ver a nuestros vecinos antárticos. Claro, todo esto con la ventisca que iba a peor. Menos mal, que a la base argentina se llegaba bien y rápido caminando por la playa, y es ue sólo está a algo más de un kilómetro.
Llegamos y a comer. Encantadores. Solo puedo definir al personal de la base argentina como encantadores. Nos trataron fenomenal, y me encantó la base. Se montó hace más de 50 años y tenía ese aire antiguo pero muy acogedor. En la sala de estar tenía la que llamaban la "salamandra", es decir, la estufa. El locro fenomenal y además, con el frío que hacía fuera, nos sentó de miedo.
Perolo con locro para 40 hambrientos
Después de comer, nos volvimos a la base y continuamos haciendo trabajos ya en el laboratorio. Miguel Ángel se programó un buen número de sensores, mientras que yo aproveché para rematar el programa de la cadena termométrica (que ya funciona) y preparar una presentación para el jefe de la base con un sistema de automatización que proponemos. Y es que la tarde no acompañaba a sair mucho de la base, porquela ventisca era importante.
Video: ¡Ventisca !
Video: Ventisca en la base Gabriel de Castilla
Video: ¡Ventisca !
Video: Ventisca en la base Gabriel de Castilla
Ya por la noche, cenamos en dos turnos, debido al aumento no previsto de inquilinos en la base y después, a dormir. ¡Menudo día!
M. Prieto
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