BAE Juan Carlos I, Isla
Livingston, Antártida
24 de Enero de 2017
Hoy ha sido un día de lo más
variado. Esta mañana hemos partido temprano de expedición a la zona de Punta
Hannah. Se trata de una zona libre de nieve al otro lado de la bahía, y ya
hacia el exterior de la bahía. Se trata de un punto muy visitado por los
cruceros de turistas y en el que nosotros solo hemos estado en alguna ocasión
hace ya muchos años. El objetivo de esta expedición es completar la exploración
que hicimos hace ya tiempo con el fin de localizar nuevos emplazamientos de
trabajo, tal y como hicimos hace ya unos días en la zona de Bahía Falsa.
En esta expedición hemos ido dos
embarcaciones con personal desde la BAE Juan Carlos I, pero ya en el mar nos
hemos encontrado con una embarcación procedente de la vecina base búlgara, y es
que, por seguridad, es bueno coincidir, ya que es una zona que está ya en aguas
abiertas y cualquier fallo en las embarcaciones puede volverse un problema
grave si la embarcación es arrastrada hacia alta mar.
Una vez en tierra, hemos estado recorriendo
la zona, con una larga playa, buscando zonas para poder ascender a los riscos
más altos que caracterizan esta zona. Pero las morrenas y el glaciar no dejaban
ningún paso franco hacia lo alto. En el otro extremo, pasando cerca de la gran
pingüinera que se localiza en la misma punta de este cabo, tampoco hemos
encontrado ningún lugar de acceso, así que parece que aproximarse por el
glaciar en motos de nieve es la única vía de acceso a la zona que nos podría
interesar. Así que tras tomar un poco de embutido tirados en la playa con
nuestros trajes de supervivencia puestos para estar más calentitos, embarcamos
de nuevo rumbo a la base.
Elefantes marinos dormitando en Punta Hannah
Por la tarde, y tras tomar un
café en la base, nos ponemos nuestras mochilas y subimos a la cima del monte
Reina Sofía a instalar los últimos sensores que nos quedan, y a ver si de paso
podemos recuperar los sensores que se encuentran en el sondeo lleno de hielo
que tenemos en la cumbre. La instalación de los sensores fue rápida, pero para
recuperar el sondeo le tuvimos que echar muchas horas. La ayuda de David y la
sonda de vapor ha sido imprescindible, porque el sondeo estaba repleto de
hielo… poco a poco hemos ido sacando sensores, con paciencia, metiendo el brazo
desnudo en el agua helada para intentar alcanzar con los dedos los distintos
sensores… Pero la palma se la ha llevado
Chan. Como buen ingeniero ha ideado un sistema que nos ha dejado sorprendido,
porque ninguno de los que estábamos allí pensaba que fuera a funcionar. Aprovechando
una caña de bambú que teníamos a mano, le ha sujetado una de las botellas de
agua vacía que teníamos en las mochilas, al que le había cortado la base… pues
tras varios intentos, no dejábamos de aplaudirle y vitorearle cuando al sacar
su invento del sondeo, dentro venía el último de los sensores que se nos había
caído al fondo mientras intentábamos recuperarlo…. Increíble. Chan ya se ha
ganado nuestro respeto. Da gusto ver cómo trabaja la mente de un ingeniero
espacial…
Posando tras la exitosa recuperación de los sensores con el invento ingenieril
Y para remate, mientras estábamos
intentando recuperar los sensores, el tiempo mejoró mucho. Aunque estaba
nuboso, el sol se dejaba entrever y el viento se había parado, así que pudimos
disfrutar de un atardecer fabuloso. Nos quedamos algunos minutos disfrutando de
las vistas. Total, ya no llegábamos a tiempo de la cena, así que no podíamos
desperdiciar estas magníficas vistas de la bahía desde lo alto del monte. Y
mientras volvíamos, pudimos disfrutar de una luz increíble que iluminaba las
laderas de los montes Frislands y el glaciar Hurd… Unas vistas increíbles para
terminar un día de fabuloso y memorable, y además el día de despedida de estos
lugares, porque ya hemos terminado las actividades aquí. Los siguientes días
recogeremos nuestro material, pero eso ya os lo iremos contando.
El atardecer de despedida de la zona. Unas vistas que compensan los días de duro trabajo
Por cierto, Miguel Ranos y Susana Fernández ya están
en tierras españolas. Nos consta que han llegado sanos y salvos y sin
incidencias en sus vuelos. Así que para ellos terminó la parte de campo de esta
aventura antártica.
M.A. de Pablo
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