Tras llegar el viernes a Punta Arenas, hemos pasado el fin de semana paseando por la ciudad para estirar las piernas y acostumbrarnos de nuevo a la civilización. Parece que un mes es poco tiempo, pero la desconexión, el entorno, y el estar completamente enfocados en el trabajo hace que cosas tan comunes como ver el periódico del día o esperar un semáforo, sean una cosa un poco extraña.
Monumento a Magallanes en la plaza principal de Punta Arenas
Como la ciudad es pequeña, aunque vamos paseando en grupos o individualmente, acabamos cruzándonos unos con otros (incluso con investigadores de otros países con los que hemos coincidido en el buque estos días atrás), y aprovechamos para tomarnos unas cervezas acá y allá, o comer juntos. Aprovechamos también estos días de tranquilidad para revisar cómo fue la campaña y empezar a escribir los informes finales que debemos entregar al Ministerio en pocas semanas, comentando cómo fue la campaña, el desarrollo de nuestro trabajo, los problemas y las propuestas de mejorar para las siguientes.
En fin, poco que contar de estos días de descanso en Punta Arenas.
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