Hoy hemos iniciado nuestro regreso a España. Nos llevará días, pero este el el inicio.
Hemos empezado el día muy temprano, ya que teníamos que tener todo listo para esperar el helicóptero de la Fuerza Aérea Chilena que nos vendría a recoger para llevarnos a bordo del buque Aquiles (de la Armada Chilena). Así que a esa hora ya estábamos desayunados, con las camas libres, las maletas en la puerta del comedor de la base, y ya pertrechados para la salida. Pero en Decepción no habían acabado las tareas de cierre de base, así que fueron retrasando nuestra recogida hasta que finalmente a las 10:30 nos movimos hacia la explanada situada en la parte posterior de la base, para esperar el aterrizaje del helicóptero que, además debería traer algo de víveres de la Base Española Gabriel de Castilla, y sacar junto con nosotros a Jorge, el capataz de los operarios de la obra de la base con quienes hemos compartido estos días en Juan Carlos I. Y es que la ventisca de ayer le jugó una mala pasada y una ráfaga de viento lo tiró al suelo causándose un esquince.
Esperábamos uno de los helicópteros grandes que habíamos visto por estas latitudes en otras campañas, pero lo que apareció fue uno un poco más pequeño que sólo podía sacarnos de 2 en 2, así que en tres viajes fuimos saliendo con nuestros equipajes de la península Hurd rumbo al Aquiles. El trayecto nos supo muy poco a todos, pero fue espectacular, saliendo por encima de la base y recorriendo la Bahía Sur desde un punto de vista un poco más alto del que solemos, para dirigirnos luego a alta mar, donde pudimos ver a lo lejos el Aquiles en su trayecto hacia la Isla Rey Jorge. En apenas unos minutos nos posamos sobre su cubierta, de forma limpia y seca! y, sobre todo, espectacular, y sin ponernos un "teletubie"!
Asun (una científica) y Juanjo embarcando en el helicóptero para salir de la base
Miguel Ángel disfrutando del vuelo en helicóptero
A punto de posarnos en la cubierta de vuelo del Buque Aquiles en alta mar
Ya en el Aquiles fuimos ubicados en un camarote junto con Chema, un científico con el que compartimos viaje de bajada en el Aquiles, y estancia en la base Juan Carlos I. Jorge también estaba en nuestro camarote, pero de momento se queda en la enfermería del barco donde le tratarán su lesión. Una vez dejado el equipaje, salimos a encontrarnos con nuestros colegas de la base Gabriel de Castilla, que cerro finalmente esta mañana. Así que dotación y científicos nos recibieron de nuevo y con quienes compartimos nuestras experiencias en las distintas bases. Fue un día de charlas, risas, anécdotas y de dormir. Ya sin nada mejor que hacer, el pasarse horas sentados en los sofás de la cámara de oficiales, en el banco de la toldilla del barco, o dormitando en la litera de nuestros camarotes comenzó a ser rutina.
Por la tarde, el comandante del barco nos reunió a todos los pasajeros para comentarnos las normas de seguridad, y la agenda del barco. Y para nuestra sorpresa, llegaríamos a tiempo! El plan es llegar a Punta Arenas la noche del 14 o la mañana del 15... a tiempo de sobra para nuestro vuelo a España. Ya con esta información confirmada, nos tranquilizamos, y disfrutamos de la travesía hacia la isla Rey Jorge, donde fondeamos al final de la tarde de un día soleado que nos despide de la Antártida.
Vistas de los glaciares de la isla Livingston de camino hacia la Isla Rey Jorge
Miguel Ángel de Pablo
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