Punta Arenas, Chile. 13 de Enero de 2014
Por fin estamos en Punta Arenas, destino de
esta etapa intermedia de camino a la Antártida. Y es que ha sido un día más que
largo y con varias complicaciones de por medio. Nuestro vuelo salió puntual a
medianoche del día 12, y aunque estaba previsto que llegáramos a las 9 de la
mañana a Santiago de Chile, no lo hicimos hasta bien pasadas las 10. El viaje
fue bueno, con algunas turbulencias, pero nada alarmante y con un servicio a
bordo impecable. En el tramo final de este primer vuelo pudimos disfrutar del
cruce sobre la cordillera de los Andes. Volando a más de 10.000 metros de
altura, pudimos ver glaciares, cañones, y una infinita cadena de dentadas montañas.
Tal vez la más relevante de ellas fue el Monte Aconcagua, de 6.962 metros de
altitud, al que prácticamente rodeamos antes de enfilar hacia el aeropuerto de
Santiago de Chile. Sin duda un punto final magnifico para este primer vuelo.
Vistas del monte Aconcagua en los Andes, mientras cruzamos la Cordillera de Los Andes en ruta hacia Santiago de Chile.
Pero las complicaciones vinieron después, cuando llegamos al aeropuerto tuvimos
que esperar una cola inmensa para hacer el control de pasaportes.. Y aunque
pedimos a las autoridades que nos permitieran pasar antes para no perder el
siguiente vuelo, no fue así. Así que tras pasar casi tres cuartos de hora de
cola, perdimos el vuelo... No es la primera vez que nos pasa en este
aeropuerto, pero siempre es motivo de preocupación.. Una vez pasado este primer
escollo, el siguiente fue recoger las maletas, y las nuestras se resistían a
salir... Incluso la de Juanjo parecía que iba a estar perdida, aunque
finlalmente apareció... Pero hubo que esperar otra clay nuestras maletas no
acababan de salir. Juanjo creía que había perdido la suya, pero finalmente
apareció. Y de ahí a otra fila para pasar la aduana... vamos, que ya habíamos
perdido si o si el siguiente vuelo. Al llegar a la fila para realizar una nueva
facturación y que nos recolocaran en otro vuelo nos encontramos con Gabriel
Goyanes, nuestro compañero de campaña, que también había perdido el mismo vuelo
de Santiago a Punta Arenas. Aunque él es un estudiante de doctorado argentino,
forma parte del programa portugués, y es parte del proyecto gemelo al nuestro
en portugal, y trabjaremos mano con mano en la isla Decepción.
El segundo vuelo también nos guardaba unas
cuantas sorpresas... La primera fue el magnífico tiempo, prácticamente
despejado la mayor parte del tiempo que nos permitió disfrutar de volcanes y
más volcanes... de todos los tamaños y tipos,asislados y alineados, con
extensas coladas de lava a su alrededor, o tapizados de cenizas volcánicas. Y
un poco más al sur, semiescondidos entre las nubes, pudimos disfrutar de los
grandes glaciares del Campo de Hielo Sur: morrenas, crestas, circos, lenguas de
hielo... todo un repertorio espectacular de formas glaciares de las que no
pudimos disfurtar en ninguna de las ocasiones que hemos sobrevolado esta
región... Así que fue todo un regalo para nosotros..
Los grandes claros entre las nubes nos dejaron disfrutar de los glaciares andinos
Pero aún nos aguardaba una
sorpresa más... y es que en la zona del Canal de Magallanes, en cuya costa se
encuentra la ciudad de Punta Arenas, estaba afectada por una fuerte tormenta de
viento... así que cuando el avión estaba a punto de tomar tierra a pocos metros
de la superficie en la pista tuvo que abortar el aterrizaje y ganar altura de
nuevo.... Debido al viento era imposible aterrizar, así que nos desviaron al
aeropuerto de Río Gállegos, en Argentina... Tras aterrizar allí, estuvimos 2
horas esperando en el interior del avión mientras se decidía una solución, que
finalmente fue la de volar de nuevo a Punta Arenas una vez que se calmó un poco
el viento. Así que tras estas aventuras, aterrizamos en nuestro destino con
cuatro horas de retraso. De allí, Juanjo, Gabriel y Miguel Ángel nos dirigimos
a nuestro hotel donde nos encontramos con muchos viejos amigos antárticos:
técnicos y dotación de las bases, y científicos de diversos proyectos que
esperaban para embarcarse o volar hacia la Antártida en los siguientes días.
Así que tras cenar con muchos de estos amigos,
nos fuimos a descansar tras un largo y venturoso día de viaje.
Miguel Ángel de Pablo
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