Hoy terminamos nuestros trabajos científicos (los que se han podido, que aún quedan sensores enterrados bajo la nieve).
Las previsiones daban un día lluvioso, y lleva nevando desde la madrugada. Pero ya por la mañana pasa a ser lluvia, así que hemos tenido un día de trabajo bastante pasado por agua. Algo que es incómodo para trabajar, para los instrumentos, para tomar notas en nuestro cuaderno de campo, y hasta para caminar, porque la lluvia va ablandando la nieve y hace que sea un poco penoso ir avanzando. Además, ya aparecen muchos charcos bajo la nieve, lo que hace un poco peligroso el caminar porque en un descuido es muy fácil que la nieve colapse y aparecer metido hasta las rodillas en el agua helada, con el consiguiente charco dentro de las botas... Y esto ocurre con cierta frecuencia, (¿verdad, Miguel Ángel?).
A pesar de todas las incomodidades, comprobamos por última vez las dos cámaras de fotos automática y la nueva estación de Miguel Ángel, y las sellamos definitivamente para que trabajen el resto del año (aunque tienen capacidad para estar trabajando durante varios años sin mucho mantenimiento, esperamos). También medimos por última vez la descongelación del suelo en el experimento que instalamos hace unos días, y lo desmantelamos para que no quede ningún rastro de que haya estado instalado.
Antes de comer bajamos a la playa todo el material científico que nos quedaba, guardamos los macutos de montaña, y cerramos las cajas a la espera de volver a abrirlas en la Base Juan Carlos I dentro de algunos días en la que será la última fase de la campaña.
Por la tarde seguimos con el tratamiento de datos al calor de un té y con un poco de música de fondo. No es mala forma de acabar un día de trabajo con tan malas condiciones como éste.
M.A. de Pablo
No hay comentarios:
Publicar un comentario