Nos despertamos temprano en Byers con un despertador único, el sonar de los elefantes marinos, que barruntan en una danza por jerarquías y apareamientos. Con unas vistas espectaculares nada más salir de la tienda de campaña nos vamos a desayunar fuerte junto con nuestros compañeros de campamento, para salir con las pilas cargadas a trabajar al campo.
Por la mañana hemos subido a la cuenca del lago Limno polar, apoyados por uno de los técnicos de montaña, Curro. Una caminata de una hora con raquetas mientras Curro ponía banderas rojas marcando la ruta, para hacer más fácil los siguientes viajes y no tener que estar tan pendientes del GPS. Una vez allí hemos terminando el mantenimiento de las dos cámaras fotográficas, enfocando y cuadrándolas para que tomen imágenes diarias del CALM desde diferentes perspectivas, y poder controlar así la cantidad de nieve y el tamaño del lago objeto de nuestro estudio.
Antes de bajar a comer, hemos dejado listo el terreno para la futura instalación de la estación centralizada, diseñada por Miguel Ángel.
Después de comer y programar todos los sensores de temperatura del aire y del suelo para subirlos mañana temprano, nos quedaban un par de horas antes de la cena, así que hemos bajado a dar un largo paseo por la playa Miguel Ángel, Curro y Cayetana. ¡Qué maravilla para todos los sentidos! No hay imágenes ni palabras suficientes para poder transmitir lo que supone caminar entre estos paisajes. ¿Cómo explicas lo que se siente al caminar y sentirte observado por focas y elefantes marinos, que en ocasiones se sienten intimidados por nuestra presencia y nos muestras sus enormes fauces sin dientes en señal de amenaza? pero en eso se queda, en un amenaza, porque son indefensos y entrañables, de movimientos lentos y miradas que inspiran ternura. ¿Cómo explicas que se te acerquen brincando curiosos tres pingüinos y cuando ya están a punto de alcanzarnos resuelven que no somos nada interesantes y se alejan buscando otros entretenimientos? ¿Cómo explicas el surrealismo que supone que en la Antártida te encuentres una playa repleta de petreles gigantes y gaviotas, sin una sola ola en movimiento, con el suelo negro y frío, y al otro lado una explanada infinita llena de musgos y cojines verdes de líquenes, y tras ellos una pared vertical y arañada por el desgaste del deshielo que dibuja formas perfectas en su superficie?¿Como explicas el olor de los elefantes marinos y las algas? ¿Cómo explicas la incertidumbre y el temor a encontrarte un lobo marino por la playa? ¿Cómo explicas la combinación del silencio y el eco de este lugar? Es imposible, hay que vivirlo mientras el frio y la nieve te envuelven, sencillamente es magia.
Pingüinos se acercan a curiosearnos.
Elefantes marinos dormitan en las playas ajenos a nuestro paso algunos metros más allá.
Petreles gigantes revolotean por las playas del sur de la península Byers.
Cayetana Recio
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