Isla Livingston, Antártida, 25 de Febrero de 2016
Hoy ha sido el día de inicio del campamento Byers. Ha sido un día... larguíiiisimo y de mucho trabajo. A las 4:15 de la mañana ha sonado el despertador y corriendo a lavarse la cara, deshacer la cama, y bajar a la playa para ponerse el teletubie para embarcar en el Sarmiento de Gamboa, que ha pasado la noche fondeado frente a la base. Mientras empezábamos a cargar el equipo, los colegas búlgaros venían en moto de nieve por el glaciar. Y es que este año montaban la primera expedición de Bulgaria a la península Byers, en el otro extremo de la isla Livingston. Tres geólogos y un campamento realmente ligero con dos tienas de campaña y algo de comer. Junto a ellos ha venido Ana Salomé, secretaria del programa polar portugués, y colega nuestra en el estudio del permafrost. Lleva ya 3 campañas antárticas en su haber y ha sido la colega que va a sustituir a Manuel en la aventura en Byers. Sin duda una mano de obra muy cualificada y necesaria.
Al final el viento no bajó demasiado durante la noche, y aún había bastantes olas en la playa. Tanto que ha sido necesario que 5 personas sujetaran la embarcación mientras se iba cargando de material. Y a pesar de ello, las olas seguían metiando agua en la embarcación. Pero ya cargado todo el material, a eso de las 6:00 de la mañana, nos hemos despedido de los técnicos que estaban en la maniobra, y nos embarcado para subir al Sarmiento de Gamboa, y hemos llegado sorprendentemente secos. Y listos, directos a la península Byers. En cuestión de 3 horas ya estábamos frente a la zona de desembarco. Por el camino hemos aprovechado para desayunar (otra vez), y esta vez fuerte, porque el día se preveía bien largo. También hemos podido saludar a los colegas con quienes estaremos en el campamento este año, y viejos colegas antaárticos: Antonio Quesada, biólogo de la Universidad Autónoma de Madrid, y además el actual gestor del Programa Polar Español del Plan Nacional de I+D+I. Con él trabajará Ana Justel, experta en estadística, de la misma universidad. Hacía ya tres años que no hacían campaña y ha sido un placer volver a versol y saber que compartiremos días de trabajo en Byers.
Como a las 9 de la mañana hemos llegado frente a la costa en Byers y se han iniciado las tareas de desembarco de material y personal. La península tenía bastante nieve, aunque aparentemente menos que el año pasado, lo que es una buena señal, porque nos permitira realizar mucho trabajo. Pero al bajar nos hemos dado cuenta de que no estábamos solos. Un equipo de tres investigadores de Chile y tres de China habían "ocupado" los módulos. Según nos han contado, han llegado esa misma mañana en helicóptero desde nuestro ya conocido buque de la armada chilena Aquiles. Lo más sorprendente es que el equipo chino estaba volando un dron de grandes dimensiones haciendo fotografías de la península. En los siguientes días nos enseñarán el resultado.
La primera hora la hemos pasado subiendo algo de material desde la playa hasta el campamento. No nos hemos quitado el viking, puesto que mientras Iñaki montaba la parte más importante del campamento (comunicaciones, algunas tiendas, sistema électrico, etc.), Antonio, Ana, Hilo, Ana Salomé y yo hemos ido en embarcación hasta el otro extremo de la península para empezar a trabajar. La verdad es que con tan pocos días de campamento (el 28 nos recogen por la tarde), no se puede dejar pasar un segundo sin aprovecharlo al máximo. Así que mientras Antonio y Ana tomaban muestras de tapices algales en alguno de los lagos, Ana Salomé, Hilo y yo realizábamos el mantenimiento de unas estaciones que instaló hace dos años nuestro colega Marc Oliva, actualmente en la Universidad de Lisboa. Pero ha habido bastante mala suerte, y algunos de los sensores se habían descolgado resultando imposible sacarlos del sondeo. En otros puntos el sondeo estaba completamente lleno de hielo haciendo imposible rescatar los sensores. Donde hemos podido hemos rehecho la instalación de los sensores, para no perder datos este año. y aunque sólo eran 3 estaciones repartidas por toda la península, el retraso en el mantenimiento por los problemas que se habían producido, más la nieve que había que ir sorteando para no caer en el agua que se oculta por debajo, nos ha hecho tener que hacerlo a paso muy ligero, aumentando el cansancio. Además, no hemos parado a comer, y la falta de fueras se ha ido notando ya por la tarde. La última estación en ser visitada ha sido la nuestra, en la cuenca del lago Limnopolar. Por desgracia, el mástil donde estaba el prototipo que instalamos el año pasado estaba derribado y la electrónica completamente destruida por el óxido. La parte buena es que apenas hay nieve en nuestra zona de trabao y vamos a poder recuperar mañana muchos de los sensores que el año pasado tuvimos que dejar abandonados, y medir la descongelación del suelo tras varios años sin poder hacerlo.
Completamente agotados llegamos al campamento casi a las ocho de la tarde. El Sarmiento de Gamboa ya había desaparecido del horizonte, y con él Inaki, que había pasado el día montando el campamento. Pero el lío en el campamento es importante. Mucha gente en los módulos, unos haciendo la cena, otros calentándose agua para hacer alguna infusión para calentarse... así que los españoles nos bajamos a la playa, y aprovechando que tenemos los bidones con comida aún allí, improvisamos un aperitivo para la cena: un poco de queso, salchichón, nutela y unas galletas, todo regado con una garrafa de agua embotellada bien fresquita nos levanta el ánimo de nuevo y recuperamos fueras hasta la hora de la cena. Pero tras todo el día andando por la península que nos hemos cruzado de Este a Oeste, nos estábamos también quedando fríos ahora que el sol empezaba a ponerse. Y es que el día ha sido fantástico. Completamente despejado y un sol que no calentaba, pero alegraba el cuerpo yla vista. Para no quedarnos fríos, pero sobre todo porque el campamento aún no estaba listo, hemos empezado a subir bidos de material desde la playa: comida, agua, sacos de dormir, esterillas, y el material científico que usaremos mañana. También hemos improvisado un baño con una lata vacía y las cajas de material científico que tenemos acumuladas. No es el baño más lujoso del mundo, pero si el de las mejores vistas: el océano antártico lleno de icebergs, y la isla decepción al fondo. Y en la playa unos elefantes marinos retozando y algunos pingüinos curiosos jugando en la orilla. Con este panorama... ¿quien se acuerda del baño de su casa?
Ya bien tarde hemos preparado un poco de pasta para cenar con una salsa que nos habían preparado en la base. Mientras acabábamos de preparar la cena, el buque Hespérides ha llegado frente a las playas de Byers para dejar en la playa a otra investigadora: Greta, estudiante de doctorado de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, que participa en un proyecto de estudio de especies invasoras en esta región antártica. Ya con la nueva científica con nosotros, hemos dado buena cuenta de la cena, que nos ha sabido a gloria.
Completamente agotados, y bien pasada medianoche, vamos retirándonos a nuestras tiendas, que este año compartidos por parejas. Es tal el cansancio que en lo que tardo en quitarme las botas y extender el saco de dormir, mi compañero de tienda, el técnico de montaña Hilo, ya está completamente dormido. Y no es para menos, ya que además de acompañarnos todo el día en nuestro recorrido por Byers, ha gestionado toda la logística para acabar de montar el campamento.
En fín, un día, no largo... larguíiiiisimo que por fin acaba. El primer día en el campamento ligero de Byers. Buenas noches.
M.A. de Pablo
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