Isla Livingston, Antártida, 27 de Febrero de 2016
Hoy ha sido el día de rematar tareas. En principio mañana vienen a sacarnos de aquí, pero como los planes pueden cambiar, no queremos apurar demasiado. Así que esta mañana vamos a hacer las tareas de campo que nos quedan pendientes y esta tarde y mañana ayudaremos a recoger el campamento.
Así que hoy lo hemos dedicado a instalar la tarjeta de memoria en la cámara fotográfica, reinstalar el prototipo de la otra cámara fotográfica, sellar las estaciones, comprobar los vientos de los mástiles y dar por cerradas las operaciones en la cuenca Limnopolar.
El resto del día lo hemos dedicado a volver a caminar hasta el lago escondido. El otro día, cuando recorrimos toda la península, nos dejamos el sondeo situado junto a este lago para intentar de nuevo sacar los sensores. Hemos sacrificado el sacacorchos que había en el campamento para unirlo a una piqueta de las tiendas de campaña y ver si así podemos sacar los sensores. Hemos llegado allí al final de la mañana tras una caminata interesante en la que Ana Salomé ha vuelto a ir disfrutando de la geología de la zona. A cada pocos metros se paraba para preguntarme alguna cosa sobre las formas del relieve, o la geología, o para hacer fotos, o simplemente para contemplar y disfrutar de los paisajes. Y es que Byers es un poco como estar en Marte: lomas, colores anaranjados y rojizos,... (si no fuera por los lagos y la nieve...). Cuando hemos llegado, hemos estado intentando durante un buen rato eexraer los sensores con el nuevo artilugio que hemos improvisado, pero igual que hace un par de días, no hay manera. Así que a nuestro pesar tenemos que dar por perdido el sondeo, porque está lleno de hielo. Es inservible. Pero lo sellamos, porque siempre hay formas de intentar recuperarlo si lo organizamos con tiempo. Así que tras este chasco, volvemos al campamento a empaquetar nuestro material científico y dejarlo listo ya para la vuelta a España.
A las 5 de la tarde ya estábamos de vuelta, así que rápidamente deshacemos el macuto de trabajo, y metemos todo el material en las cajas y las sellamos. Luego hemos estado volcando los datos de todos los sensores que hemos recuperado en estos días, tanto de nuestras estaciones como las de nuestro colega Marc Oliva. Y luego hemos empezado a bajar a la playa algunos bidones con cosas que ya no se usarán en el campamento.
Al final del día, como era la última cena de esta temporada, invitamos a todas las almas de Byers a cenar. Dos investigadores chinos no regresan a tiempo y el tercero cena pronto por sy cienta, así que al final la cena es de los investigadores españoles, chilenos, portugueses (bueno sólo una portuguesa) y búlgaros. En total 12 personas. Tenemos que improvisar sillas con algunos de los bidones de carga y usar una de las mesas del laboratorio para poder cenar juntos, pero al final es divertido. Compartimos nuestras experiencias estos pocos días en Byers, recordamos otras campañas por estas tierras y nos reimos muchos, que al final es lo que cuenta. Sobretodo para subir la temperatura del módulo, que alcanza la terrible temperatura de 18.5ºC, cuando fuera hace solo -0.5ºC (y bajando), y sin calefactor!. Al final de la velada, Antonio Quesada saca una botella de vino para brindar por esta campaña y Ana Salomé nos sorprende cantando unos cuantos fados a la mortezina luz de una linterna. Sin duda una forma muy especial de acabar esta campaña.
M.A. de Pablo
No hay comentarios:
Publicar un comentario