Escribo estas líneas ya desde Punta Arenas. Llegué ayer por la tarde después de un largo viaje, desde que zarpara de la isla Livingston allá el pasado lunes. Como bien contó Miguel Ángel, el lunes fue la despedida de la base Juan Carlos I. Cuando llegamos al Sarmiento de Gamboa, nos quitamos los teletubbies y justo en ese instante se oyó un revuelo en cubierta. La tripulación estaba mirando justo a la zodiac. Nos acercamos a ver qué pasaba y es que había un pingüino que había saltado dentro de la zodiac y estaba mirando perplejo al patrón y al proel, que eran los únicos que ya quedaban en la zodiac. Después de pensárselo un poco, el pingüino pegó un brinco y se fue alejando de la zodiac como un torpedo.
No me voy a entretener contando de nuevo las maravillas del BIO Sarmiento de Gamboa. La única pega que le puedo poner al barco, y esta es personal, es que se mueve bastante. Menos mal que Tetyana, la médico de la BAE, me dio unas gotitas mágicas para el mareo antes de marchar. El rumbo era ir primero a Decepción, recoger a varios investigadores, y de ahí ya salir para Rey Jorge. Estaba previsto que al día siguiente cogiéramos el avión a Punta Arenas.
Miguel Ángel tenía razón, "el que brinda a la salida de los Fuelles de Neptuno vuelve a Decepción". Y así fue, y antes de lo que pensaba. Estuve las dos/tres horas que dura el trayecto a Decepción en cubierta admirando por última vez los icebergs y el mar de Bransfield.
Entrada por los Fuelles de Neptuno
Allí estaba de nuevo la BAE Gabriel de Castilla. Parecía igual, pero me fijé que ya habían puesto un aerogenerador para el proyecto de invernada. No desembarcamos. Estuvimos unas horas en Decepción mientras observábamos el trasiego de zodiacs entre la base y el Sarmiento. En uno de estos barqueos subió a bordo el comandante Salas. Fue una sorpresa volver a verle. Emprendimos el camino a la isla Rey Jorge pasadas las 7 de la tarde. Esta vez no pude brindar con Sidra, pero brindé con lo que tenía a mano. El barco no dejaba de moverse y moverse y por el camino se podría ver la línea del continente claramente.
Pasamos esa noche en el barco y a la mañana siguiente estábamos todos pendientes del vuelo a Punta Arenas. Finalmente, no pudo ser. Pude ver dos barcos de turistas al lazo del Samiento, además del Hespérides que también estaba por allí. Nos explicaros que éramos los terceros en la cola. Ya empezó a empeorar el tiempo y el vuelo se canceló. Eso sí, los turistas sí que salieron. A nosotros nos tocó pasar otra noche en el barco. Pero nada, aprovechamos para charlar entre nosotros y contarnos las batallitas de la campaña.
Ya el miércoles (ayer), nos levantamos temprano y nos informaron que volaríamos ese día. Deprisa y corriendo nos fuimos todos a preparar el equipaje y estar preparados para ponernos los trajes. Éramos tantos (23) y había tanto equipaje, que se tuvieron que hacer tres barqueos. En el últimos hasta se estropeó la zodiac y hubo un momento de pánico. Vimos aterrizar nuestro avión y un Hércules de la Fuerza Áera de Uruguay, que levantaron un montón de barro al aterrizar. Una vez en pista, nos pesaron el equipaje y estuvimos esperando un buen rato hasta que nos autorizaron a subir al avión. Tenía los pies helados de la espera. Estaba tan mal la pista, que tenían que controlar muy bien la carga. De hecho, a los japoneses no les dejaron cargar sus cajas. Las cajas volarían al día siguiente.
A pie de pista
Salimos a las 13:40. Desde la ventanilla me despedí con tristeza de la Antártida. El vuelo duró unas dos horas y chán. De repende, en la civilización, como si todo lo pasado en este mes y medio hubiera sido tan solo un sueño, una ilusión, un espejismo. Me quedan ya unas pocas horas antes de tome el vuelo a Santiago de Chile y de ahí, otro a Madrid. Habrá sido un sueño, pero un sueño de esos que se recuerdan toda la vida.
M.Prieto
Aquí te esperamos.....buen viaje!!!!!
ResponderEliminarLa capacidad de sorpresa es grande. No sabía que lo tuyo en vez de la tecnología es la "NARRATIVA".
ResponderEliminarBuen viaje.
Daniel