Hoy es un día importante, no por ser primer día de mes, sino porque hoy nos toca medir el espesor de la capa activa (la parte superficial del terreno que se descongela cada verano). Es un parámetro importante para estudiar la evolución del permafrost e intentar ver lo que le está ocurriendo con respecto al clima. Hemos elegido el día de hoy para hacerlo para que sea similar al de otros años, así los resultados son comparables.
Para medir el terreno que se ha descongelado lo hacemos de acuerdo a los métodos propuestos por una red internacional que se denomina CALM, el acrónimo de Monitorizacion de la capa activa circumpolar. Creada a principios de los años 2000, esta red pretende estudiar como evoluciona la capa activa en diversos puntos de ártico (aunque luego se extendió a la Antártida), con el fin de tener otro parámetro más para evaluar el calentamiento global. El fundamento es que si la atmósfera se calienta, el terreno también lo hará y en las zonas donde está congelado (es decir, donde hay permafrost), este se irá poco a poco descongelando y desaparenciendo. Así que nosotros somos responsables de varias de estos puntos de control en la Antártida. Uno de ellos es el situado en Crater Lake (ese sitio del que tanto hablamos cuando estamos por aquí), cuyo número de referencia es el A16.
Nuestra zona de estudio, que comprende la malla CALM
Para medirlo, la idea es clavar una barra metálica de1 cm de diámetro y algo más de un metro de altura en el terreno hasta que notamos el hielo del permafrost. Si, puede sonar poco científico, pero si con esta pica tocamos una roca, la vibración de la barra y el sonido son distintos que si la pica toca el permafrost. Lo dicho, esto puede parecer poco científico, pero en realidad es un método probado, ya que luego se puede excavar el terreno y comprobar la medida. Y las veces que lo hemos hecho ha salido clavado. Además, este método, aunque manual, permite realizar muchas medidas en poco tiempo y cubrir mucho terreno, sin necesidad de grandes instrumentos de medida, ni tecnología que requiera baterías, paneles solares, o mover un gran peso por el terreno, como puede ser el uso de georadares.
Pero para que estas medidas puedas ser comparadas año tras año, es necesario medir siempre en el mismo lugar. Así que el protocolo dice que hay que crear un cuadrado (el nuestro es el estandar, de 100 m de lado), lo más uniforme posible en cuanto a pendiente, materiales geológicos, vegetación (de eso no tenemos por aquí), etc. Dividiendo esa hectárea en cuadrados más pequeños de 10 m de lado, se trata de medir en cada vértice. Claro, no vamos a llenar esto de piquetas en el terreno, así que como lo hacemos es que en el año 2006 clavamos picas metálicas que apenas se ven en el terreno, cada 10 metros en el perímetro. Cada año, vamos con una cuerda de 100 metros de larga con marcas cada 10 metros. Extendemos la cuerda y la enganchamos a las piquetas en lados opuestos del cuadrado, y vamos recorriendo la cuerda y midiendo, con nuestra pica de permafrost, en cada marca. Apuntamos la medida, tomamos la temperatura del terreno y otros parámetros, y seguimos al siguoiente punto. Cuando llegamos al final de la cuerda, la soltamos y la enganchamos en la siguiente pica... y así hasta recorrer toda la hectárea. Es algo repetitivo y pesado, que lleva unas cuantas horas realizar, y que te deja los brazos destrozados. No sólo por el esfuerzo de clavar la pica, si no también por os rebotes en el permafrost o alguna piedra. Pero es algo que hay que hacer.
El resultado es una tabla de datos, pero que luego nos permite realizar un mapa de la profundidad del permafrost en el punto de referencia. Estos datos luego se comparten públicamente con la red CALM, para que todos podamos ver cómo evoluciona el permafrost en cada punto de medida.
Mapa de espesor de la capa activa en Crater Lake en 2006 y 2014... ¡cada vez más delgada!
No solemos contaros los resultados que obtenemos, pero hoy os vamos a adelantar que desde que empezamos a medir la capa activa aquí en el Crater Lake, la capa activa se ha ido reduciendo poco a poco, pasando de valores de unos 35 cm allá por el año 2006, hasta los 22 cm de este año. Puede parecer poco, pero en realidad está ocurriendo lo contrario a lo que esperábamos con el calentamiento global, porque en vez de aumentar la profundidad del terreno que se descongela, ¡está disminuyendo! En fín, os dejaremos con la intriga por el momento, y otro día os contaremos el porqué creemos que está ocurriendo esto y porqué si que es coherente con el calentamiento global.
En todo caso, hoy hemos dedicado toda la mañana a realizar estas medidas, eso si, con la inestimable ayuda de Germán, uno de los cocineros de la base que hoy libraba de sus tareas culinarias. Una vez finalizadas las medidas, nos hemos tomado un bocadillo que nos preparó Gonzalo, el otro cocinero de esta campaña, y que nos supo a gloria después de tanta pica, cuerda, termómetro,... Después del breve descanso, aprovechamos para comprobar que nuestra cadena de sensores estaba midiendo bien después de haberle cambiado la batería hacía unos días.
Manuel, midiendo la capa activa y Germán ayudando a medir la temperatura
Antes de regresar a base también comprobamos que la sonda de humedad que nuestros colegas portugueses instalaron el año pasado seguía funcionando bien. Después bajamos a la base a descansar un poco y a pasar a limpio los datos.Pero sobretodo a descansar, especialmente porque mañana nos toca de nuevo guardia en la "patrulla de limpieza" de la base.En fín, nos vamos a dormir que el día ha sido agotador y frío por el viento que nos ha azotado toda la mañana allá arriba.
M.A. de Pablo
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