Llegué al aeropuerto de Madrid el viernes por la tarde en un viaje largo
en avión y a la vez un tanto accidentado. Avisaron por megafonía varias
veces preguntanto si había un médico abordo. Uno de los pasajeros se
puso fatal al poco de cruzar la Cordillera de los Andes y yo ya me veía
anterrizando de emergencia en algún sitio de Brasil. Al final,
efectivamente había un médico en el avión y llegamos en hora.
Hoy ha sido mi primer día de vuelta al trabajo. ¡Qué contraste!. Pero estoy contento. La Antártida ha sido toda una experiencia que espero poder repetirla algún día, pero también agradezco estar de vuelta en casa, con mi familia; y por qué no, de vuelta al trabajo. Junto con todo lo que tengo que contar, tengo todo un cuatrimestre que preparar, un proyecto espacial que terminar y poner en práctica muchas ideas que se me han ocurrido durante el viaje.
Durante el viaje de vuelta y el fin de semana, Tetyana, la médico de la BAE Juan Carlos I, me ha estado poniendo al día de la estancia de Miguel Ángel en Byers. En Byers no hay base alguna. Es una península muy protegida en Livingston en la que se monta un campamento temporal, tipo iglú. El único método de comunicación es por medio de walkies. Parece que se han encontrado poca nieve y que eso ha facilitado su trabajo. Me han dicho que hoy embarcan en el Hespérides, que les llevará a Ushuaia, en Argentina y de allí ya volará a Buenos Aire y Madrid.
Así que estad atentos. Espero que podamos tener una entrada de Miguel Ángel en breve contándonos su experiencia en Byers. Yo ya me despido aquí. Muchas gracias a todos los que nos habéis seguido y a todas las personas que he conocido en este viaje, por hacerlo más fácil y por ese buen "espíritu antártico". Y a Miguel Ángel, como no. Muchas gracias, simplemente por todo. ¡Ánimo!. Esperamos tus noticias. Que tengas un buen viaje de vuelta, que aquí te esperamos.
M. Prieto
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