domingo, 21 de febrero de 2016

Las pruebas antárticas

Isla Livingston, 21 de Febrero de 2016

Hace mucho que la Antártida perdió ese halo de misterio de la "terra incógnita australis", y que las grandes epopeyas de exploración quedaron atrás. Y aunque hoy viajamos a la Antártica con fechas de entrada y salida, y la certidumbre ya no es un lujo, el trabajar en estas latitudes sigue sin ser nada fácil. Ya de por sí, sólo unos pocos tenemos el privilegio de poder estar en estas latitudes desarrollando nuestra labor científica y técnica. Y es que hay que tener aguante para trabajar aquí. Cada día es una sorpresa, las dificultades pueden presentarse en cualquier momento y hay que saber hacerlas frente, siempre con la máxima seguridad y con los pocos elementos que tenemos a mano.

Y esto es a lo que tenemos que enfrentarnos cada año en nuestras campañas en la Antártida. Este año Manuel, un inexperto en el trabajo de campo, un desconocedor de la Antártida, y un ajeno a la montaña, se ha aventurado a formar parte de esta aventura con el fin de buscar nuevas soluciones a nuestros problemas con las estaciones que mantenemos para el estudio del permafrost. Pero no le ha salido barato. No ha sido un viaje de placer, ni un crucero por los mares del sur... ha tenido que aprender a adaptarse al trabajo en la nieve y el piroclasto, a subir y bajar de los barcos, a ponerse el traje de seguridad de aguas frías,... y eso lleva su tiempo y su coste en energía, esfuerzo, concentración,... Pero hay que decir que se ha ganado los galones. Hace cosa de un mes Miguel Ángel no dejaba de decirle que era un flojo cada vez que se quedaba atrás en el camino, o se quejaba de la carga en su macuto. Hoy, algo más de un mes después, y muchos kilómetros en sus piernas y muchos kilos transportados a sus espaldas, ya puede llamarse antártico. Y no sólo por haber estado aquí, sino por haber soportado y superado las pruebas que este trabajo de campo requiere.

Y es que esto a veces parece una dura competición con muchas pruebas. Las más importantes son:
  • Llegada a la Antártida sin olvidarse lo imprescindible
  • Inserción y extracción de teletubie en playa nevada y con prisas
  • Ascenso y descenso de escala de gato con teletubie
  • Transporte de mercancias pesada a lomos y en pendiente
  • Búsqueda del tesoro en terreno congelado
  • Paleo de hielo y nieve con ventisca y pies helados
  • Programación de sensores en condiciones extremas y a contrarreloj
  • Travesía por glaciar hundiéndose hasta las rodilas y encima reirse
  • Aguantar rachas de 120 km/h sin despeinarse 
  • Navegación por aguas bravas con hielos y mar picada
  • Ir de paquete en moto de nieve sin clavarle las uñas al piloto en el cuello
  • Limpieza de baños y duchas comunales sin acordarse de las madres
  • Soportar alojamiento en camarote de los hermanos Marx
  • Limpieza de cubertería en aguas heladas y a contrarreloj
  • Encintado de sondeos con guantes y ventisca
  • Bajada de ladera nevada de culo y sin trineo
  • Subsistencia sin ducha diaria
  • Puesta y retirada de bridas de tamaños y colores variados
  • Búsqueda de piquetas con GPS y a loco
  • 48 de navegación continuada sin regurcitado de la primera papilla
  • Continencia continuada de desconexión de redes sociales sin pérdida de uñas
Pero aún superándose todas estas pruebas (y otras que no contamos para no alargarnos demasiado), es obligatorio superar la más importante:
  • Aguante de sonrisa y buén ánimo continuado a pesar de los inconvenientes y problemas
Parecen fáciles y divertidas, pero la realidad es que la repetición continuada de todas estas pruebas acaban haciendo mella. Por lo que la aventura entretenida que parece el trabajar en estas latitudes no es para todo el mundo. Algunos vienen una vez y no repiten y otros lo encuentran horrible, a pesar de la belleza de los paisajes.

En menos de 12 horas, Manuel inicia el camino de vuelta a España, tras haber superado estas pruebas. Le falta entrenamiento, pero se ha ganado sus galones y el derecho a llamarse antártico. Solo cabe darle las gracias por las horas de esfuerzo y trabajo dedicado este largo mes a esto de la investigación de los suelos congelados. Gracias Manuel y buen viaje de vuelta a casa.

M.A. de Pablo


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