lunes, 2 de febrero de 2015

El final de un largo día

BAE Juan Carlos I, Isla Livingston, 2 de Febrero de 2015

Hoy ha sido un día largo, en el que hemos realizado muchas tareas. En primer lugar, la más importante de la campaña, reponer la cadena de sensores de temperatura para el sondeo de 25 metros de profundidad que tenemos en la cima del Monte Reina Sofía. Nosotros teníamos la parte electrónica, y nuestras colagas portuguesas Alice y Rita la cadena termométrica en sí. Así que a primera hora de la mañana hemos subido a la cima para encontrarnos con ellas. Y por el camino hemos aprovechado para reponer los sensores de nuestra estación llamada "Morrena".

Una vez en la cima, nos hemos dividido el trabajo. Mientras Miguel Ángel realizaba las tareas de instalación y conexión de la cadena de sensores, Cayetana ha dado apoyo al equipo portugues para localizar y sacar de la nieve y el hielo algunos sensores de temperatura de un experimento para la tesis de Alice. Y como no, Cayetana ha estado excavando nieve y picando hielo... un clásico en esta campaña.

La cadena de sensores lista para ser introducida en el sondeo de 25m.

Alice charla con Miguel Ángel mientras éste trabaja en la conexión de la cadena

Como la instalación de la cadena ha sido una tarea larga, Cayetana a acompañado a Alice y Rita a conocer otras de nuestras estaciones en la zona y luego a comer a la BAE Juan Carlos I. Tras eso, Alice y Rita han subido de nuevo hacia el monte, donde Miguel Ángel les a ayudado con sus sensores ua vez concluída la instalación de la cadena, y mientras Cayetana realizaba las mediciones en su experimento de evolución de la capa activa en zonas de pendiente a medida que se pierde la cubierta nival.

Así que ha sido un día largo y lleno de actividades de lo más variadas que nos ha dejado a todos un poco exhaustos. Pero la Antártida hoy a dado una pequeña recompensa. Y al final de la tarde ha comenzado a salir el sol. Ya lo hechábamos de menos, pues salvo aquel día en Byers, no habíamos vuelto a ver un cielo azul. Pero hoy ha dejado de ser un día gris y lluvioso, para pasar a ser una tarde fría y ventosa, pero soleada. Así que no hay nada como aprovechar estos ratitos de buen tiempo para parar un poco, mirando al sol del atardecer, que, aunque no calienta, reconforta, mientras el viento silva arrastrando la niebla, las olas rompen contra la playa arrastrando cantos, los gráciles charranes juguetean en el viento, y el glacial se va tiñendo de colores rosas y dorados mientras el sol se pone. Un buen broche para un largo día.

 El glaciar de Livingston se tiñe de dorado al atardecer.

Atardecer en Bahía Sur.

M.A. de Pablo

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