viernes, 12 de febrero de 2016

El glaciar rocoso y buenas noticias

Isla Livingston, Antártida, 12 de Febrero de 2016

Hoy toca expedición. Nuestros colegas portugueses, que están trabajando en el entorno de la cercana base búlgara, necesitan trabajar en la zona del Glaciar Rococo, justo al otro lado de la península Hurd. Este año, van a volver a medir, mediante un dispositivo GPS diferencial (que les dará errores de menos de 1 mm en la posición), la ubicación de una serie de estacas que instalamos en enero del 2009. La idea es medir cuánto se está moviendo este glaciar que, más que hielo, está formado por roca, pero que contiene una cantidad desconocida dehielo en su interior. El caso es que aunque esta formado de roca, se mueve ladera abajo como un glaciar.

La tarea que tienen que hacer no es dificil, pero con nuestra ayuda se podrá hacer en 4 horas una tarea que llevaría el doble de tiempo. Nosotros iremos buscando estacas con nuestro GPS normal, y ellos nos seguirán tomando las medidas necesaria con el sistema de GPS diferencial.

Por seguridad, la Base Juan Carlos I, nos llevará en una embarcación neumática que acompañará a la de los investigadores búlgaros que llevarán a nuestros colegas portugueses. Lo malo es que sabemos que ellos estarán pasando frío en la embarcación mientras nosotros trabajamos. Así que nos da un poco de pena, pero es algo que hay que hacer.

A las 10 de la mañana llegó a la playa la embarcación de los bulgaros con nuestros colegas portugueses, y un rato después ya estábamos ambas embarcaciones en marcha. La travesía no fue muy complicada, ya que solo soplaba un poco de viento y el mar apenas se rizaba. Por el camino pudimos ir disfrutando de increíbles icebergs que salpicaban la bahía. Algunos realmente grandes. A Manolo no le sentó muy bien el viaje y llegó a la playa del Glaciar Rocoso levemente revuelto... esperemos que a la vuelta no lo pase tan mal.
Icebergs en Bahía Sur en nuestro camino hacia el Glaciar Rocoso

El glaciar rocoso a nuestra llegada a la zona

Una vez en la zona, desembarcamos todo el material científico, con cuidado de no molestar ni a los pingüinos ni a los muchos lobos de mar que estaban en la playa. De hecho uno echó a correr detrás de nosotros. ¡Menudo susto! 
Lobos de mar en la playa del glaciar rocoso

Pasamos la mañana y hasta las 16h en la zona, recorriéndola de arriba a abajo y de abajo a arriba buscando y tomando la posición de las estacas de control. Pero estuvo bien, porque el día acompañó. De hecho es la primera vez en varios años que no nos nieva, ni hay viento ni niebla... Así que aunque hacía frío, el trabajo lo hicimos bastante rápido. Ana y Lorenzo, nuestros colegas portugueses, pudieron hacer todo el trabajo, asi que la expedición fue de lo más fructífera.

Anna y Lorenzo midiendo la posición de las estacas de control

Video: Desplome Iceberg

Ya acabado el trabajo, a las 16:30h, nos dimos cuenta de que no habíamos parado ni para beber agua. La presión por hacer el trabajo y acabar lo antes posible para que los que nos esperaban en la embarcación no sufrieran demasiado, nos hizo realizar todo el trabajo sin ninguna pausa. Sólo de vez en cuando nos permitíamos levantar la vista para disfrutar de los gigantescos glaciares que hay al otro lado de la bahía, y de los icebergs cercanos a la playa, alguno de los cuales no hacía más que resquebrajarse y derrumbarse haciéndonos mirar cada ve que se desprendían de él enormes bloques de hielo.

Glaciares en Bahía Falsa

Icebergs en Bahía Falsa

Así que cuando llegamos a la playa, mientras que se recogía el material y nos poníamos los trajes de supervivencia, aprovechamos para beber algo y tomarnos unas onzas de chocolate... (¡qué vicio más bien recibido por estas latitudes!). Y de nuevo a embarcar, esta vez con unas pocas olas azotando la playa, pero nada insalvable. Iniciamos el camino de regreso en el que, ya cansados, apenas hicimos demasiado caso a los icebergs.

Llegamos a la base a media tarde y aprovechamos para tomarnos el bocadillo que con tanto cariño nos había preparado el cocinero. Manuel había realizado mejor viaje, y llegó también con buen apetito. Mientras hacíamos tiempo para cenar, David nos sorprendió con la noticia de que había estado cortando más hielo y había conseguido dejar al descubierto parte del bidón que protege nuestro sondeo casi en la cima del monte Reina Sofía. ¡Qué buena noticia! Así que con unas cuantas horas de motosierra se han ahorrado una semana de penoso trabajo de picar hielo a mano... Y encima nos han dejado un agujero amplio en el que poder trabajar con comoididad. ¡Así da gusto!  En todo caso, la mala noticia (siempre tiene que haberla), es que el bidón que protege el sondeo tiene hielo y agua. Y en el fondo está la boca del sondeo. Así que hemos empezado a temblar de miedo al pensar que haya entrado agua en la perforación...sería un desastre total. Mañana lo descubriremos.

Otra de las buenas noticias que recibimos hoy es que se escuchó la señal que mandamos a través de la ISS en el día de ayer.

Y cansados y excitados por las buenas noticias, nos vamos a dormir. Mañana será un día importante.

M.A. de Pablo

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