lunes, 15 de febrero de 2016

Un día duro

Isla Livingston, Antártida, 15 de Febrero de 2016

Hoy ha sido otro de esos días duros. El día ha levantado ventoso, y eso ya sabemos lo que significa: que en el monte Reina Sofía habrá una buena ventolera y que la temperatura será muy baja allá arriba. Es decir, que será un día complicado de trabajo en el campo. Pero tenemos el objetivo de intentar sacar los sensores de un sondeo corto que hay en la cima y que el primer día comprobamos que había entrado agua y el hielo impedía sacar los sensores.

Hemos subido con Iñaki, que iba cargado con la sonda de vapor: un invento infernal, similar a una cafetera grande cuya finalidad es la que calentar agua para conseguir vapor que se inyecta en una manguera hasta la punta metálica y microperforada por donde sale el vapor. Normalmente se usa para hacer perforaciones en el hielo del glaciar, pero en muchas ocasiones la hemos empleado para fundir el hielo dentro de nuestros sondeos y poder sacar los sensores. Y esta es otra de esas ocasiones.

Mientras ascendíamos, el viento iba arreciando. Un presagio de lo que nos esperaba hoy en la cima. De hecho, nuestros colegas del equipo de investigación de glaciares de la Universidad Politécnica de Madrid, han tenido que abortar las actividades de hoy, porque trabajar en el glaciar era realmente complicado con este viento. Nosotros hemos decidido probar suerte y subir hasta la cima. la verdad es que el viento y el frío eran tremendos, pero queríamos ir cerrando tareas. No nos quedan muchos días de trabajo en esta parte de la isla, y no queremos desperdiciar ningún día. Así que mientras Manuel y Miguel Ángel se han dedicado a comprobar el funcionamiento del sensor de temperatura y humedad que reinstalaron hace unos días, a sellar la caja de electrónica de forma definitiva por este año, y a reprogramar el envio de datos de la mini estación meteorológica que envía datos por satélite, Iñaki ha empezado a preparar la sonda de vapor.

Y es que el viento hacía muy dificil que la máquina infernal calentara el agua. Y eso que ya la habíamos subido caliente en un termo... pero no habia manera. Tras casi una hora, por fin el agua cogió temperatura suficiente y comenzamos las tareas de fundir el hielo dentro del sondeo. Por suerte es de solo un metro de profundidad. Pero se resistía. Y encima no teníamos mucha agua. Y cuando ya nos habíamos quedado sin agua, Iñaki no pudo por menos que intentar tirar de los sensores... y voila! Ahí van los sensores para fuera.

La pena es que durante las tareas de fundir el hielo con la sonda de vapor, se habían soltado dos de los sensores, que son casi tan grandes como la anchura del sondeo... y al sacar la cuerda de la que colgaban... estos dos sensores se han ido para el fondo!. Menuda contrariedad. Pero por lo menos el sondeo se había salvado y era reutilizable. Pero ya sabéis que no podemos dar las cosas por terminadas a la primera. Así que con lo que teníamos a mano hemos estado improvisando formas de sacar los sensores del fondo del sondeo. Con una barra metálica, con una barra de caña, con las dos a modo de palillos chinos...hasta con la cinta métrica y ¡Oh sorpresa!. Es así como hemos conseguido sacar uno de ellos!! El otro en cambio se resistía, así que ha habido que ingeniarse una especie de anzuelo rústico diseñado por Manuel para conseguir sacar el otro! Pero prueba superada!!  Y eso que el viento no hacía más que azotarnos... tanto que todo esto que os hemos contado lo hemos hecho tumbados encima de la nieve, porque de rodillas o agachados nos habría tirado el fuerte viento.

¡Qué gustazo el poder volver a poner la tapa del sondeo tras haber sacado el agua del fondo y todos los sensores...! Es el gustazo que da el resolver un problema ingeniándoselas con pocas cosas y en condiciones extremas. Todo un placer para la mente... que no para el cuerpo, porque las manos las teníamos ya que no las sentíamos, y eso que habíamos estado trabajando con guantes toda la mañana.

Satisfechos decidimos pasar por el sondel de 15 metros para tapar el "agujero del infierno helado" que nos prepararan el otro día David y Tetyana, Pero el viento nos tiraba. Y al coger las palas, éstas hacían efecto vela y el viento nos derribaba. Dado de lo peligroso de la operación, Iñaki decidió abortar esta actividad y regresar a la base. Algo que aceptamos de muy buen grado, pues teníamos las manos y los pies ya ateridos de frío. Pero por el camino no pudimos resistirnos a instalar unos poco sondeos más en la estación que llamamos Morrena, situada a medio camino entre la cima del monte y la base española.

De toda esta actividad matutina no hay registro fotográfico, porque cualquier sacaba las manos de los guantes para hacer fotos... y además ponerse de pie era todo un deporte de riesgos... así que como para hacer fotos...

Tras esta larga mañana, llegamos a la base a tiempo de comer y de darnos un merecido descando. Por la tarde hemos estado paleando nieve en las inmediaciones de la base para sacar los últimos sensores que nos quedaban por recuperar. Y con esto tenemos ya recuperados todos los sensores de la zona. Solo nos queda instalar unos pocos en varias estaciones y ya habremos cumplido los objetivos prioritarios de esta fase de la campaña.

Y con esta satisfacción nos vamos dormir, que además mañana nos espera un día largo pues tenemos turno de servicio a la base. Ya sabéis: poner y quitar la mesa, ayudar al cocinero, lavar cacharros, limpiar los baños y las duchas, tirar la basura a sus contenedores respectivos.

¡Buenas noches!


 M.A. de Pablo

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